
Hace apenas una década, los vídeos con susurros, golpecitos y el suave crujido del papel eran vistos como una curiosidad de Internet. Algo entre un experimento extraño y un nuevo intento de relajación. Hoy, el ASMR se ha convertido en una de las corrientes más reconocidas de la cultura digital contemporánea.
¿Por qué el ASMR ha perdurado, aunque el mundo en línea cambia a una velocidad vertiginosa? ¿Qué hace que la gente vuelva a estos sonidos? En este artículo exploraremos de dónde surgió el fenómeno del ASMR, cómo actúa sobre nuestros sentidos y emociones, y por qué sigue siendo tan eficaz para calmarnos.
Índice
1. Introducción
2. De curiosidad en Internet a fenómeno global
3. ¿Por qué el ASMR no ha desaparecido?
4. Naturalidad y sentidos: el papel de los materiales en el ASMR
5. Conclusión
6. Preguntas frecuentes (FAQ)
De curiosidad en Internet a fenómeno global
¿Cómo comenzó la moda del ASMR?
Los orígenes del ASMR se remontan al cambio entre la primera y la segunda década del siglo XXI, cuando en plataformas como YouTube empezaron a aparecer los primeros vídeos con susurros y sonidos sutiles. Sus creadores —a menudo aficionados grabando en casa— experimentaban con el sonido sin comprender del todo por qué ciertos ruidos provocaban una sensación placentera de cosquilleo y una profunda relajación. Los espectadores que se encontraban con estos vídeos por casualidad describían experiencias similares y comenzaron a formar una comunidad en torno a esta curiosa sensación.
Fue precisamente Internet, con su capacidad ilimitada para compartir experiencias, lo que permitió que el ASMR se difundiera con rapidez. Bastaron unos pocos foros y los primeros vídeos con títulos como whispering video o relaxing sounds para que naciera una nueva corriente de la cultura digital.
¿Por qué parecía una moda pasajera?
Al principio, pocos tomaban en serio el ASMR. Los críticos lo veían como otra moda efímera, al nivel de los memes o los vídeos “extraños” que aparecen y desaparecen rápidamente. El fenómeno era difícil de describir: no tenía una definición clara ni respaldo científico. Para muchos observadores, el ASMR parecía más un experimento de nicho que algo capaz de convertirse en parte de la rutina diaria de millones de personas.
Sin embargo, a pesar del escepticismo, la comunidad siguió creciendo. Con el tiempo surgieron canales con sonido profesional, micrófonos especializados y guiones cuidadosamente elaborados que transformaron los vídeos caseros en un auténtico género de entretenimiento y relajación en Internet.
Lo que antes parecía una curiosidad, hoy tiene millones de seguidores fieles
Hoy el ASMR ya no es una rareza: es un fenómeno global. Los creadores tienen millones de suscriptores y los vídeos del género generan miles de millones de reproducciones cada año. El ASMR también se ha convertido en objeto de estudios psicológicos y neurocientíficos que intentan explicar por qué nuestro cerebro reacciona de manera tan especial a un susurro o a un golpecito.
¿Por qué el ASMR no ha desaparecido?
El fenómeno de los sonidos que calman
En un mundo donde estamos constantemente bombardeados por el ruido —desde las notificaciones del móvil hasta los sonidos de la ciudad—, el ASMR ofrece todo lo contrario. Es un espacio de silencio y sutileza, donde cada susurro y cada roce tienen importancia. Las personas escuchan los susurros, los golpecitos y los crujidos suaves por la noche, después del trabajo, simplemente para desconectarse del mundo. En esa calma hay algo profundamente terapéutico: una sensación de cercanía, como si alguien hablara directamente con nosotros.
La influencia de las emociones y los sentidos
El ASMR actúa en varios niveles: fisiológico, emocional y sensorial. No se trata solo de una reacción del cuerpo al sonido, sino también de un juego emocional sutil: una sensación de seguridad, cuidado y atención. Muchos espectadores afirman que el ASMR les ayuda no solo a dormir, sino también a reducir la ansiedad y la tensión. Un susurro, un golpecito en la madera, el suave roce del papel: estos pequeños estímulos pueden despertar recuerdos de cercanía, como si alguien estuviera justo a nuestro lado.
El ASMR como remedio para un mundo saturado
La vida moderna nos abruma con su ritmo, la sobrecarga de información y la prisa constante. El ASMR se ha convertido en un antídoto: una forma sencilla, accesible y eficaz de calmarse. No requiere habilidades especiales ni equipamiento: basta con unos auriculares y unos minutos de tranquilidad. Es un ritual que nos ayuda a volver al “aquí y ahora”, a desconectarnos de las pantallas y del ruido exterior. El ASMR relaja, calma y nos devuelve la atención a lo verdaderamente importante: el momento presente.
Cómo actúan los susurros y sonidos suaves en el cerebro
Las investigaciones muestran que al escuchar ASMR se activan las áreas del cerebro responsables de las emociones, la relajación y el placer, similares a las que responden a la música o al contacto físico. Los sonidos de baja intensidad, como los susurros o los golpecitos suaves, estimulan el sistema nervioso de una forma que no genera estrés, sino una activación leve: una sensación de calidez, relajación e incluso euforia. Esta combinación única de reacción física y emocional hace que el ASMR sea tan eficaz para reducir la tensión.
Naturalidad y sentidos: el papel de los materiales en el ASMR
Curiosidad: los materiales naturales, como el corcho natural, aparecen con frecuencia en las grabaciones de ASMR
Aunque el mundo moderno está lleno de sonidos electrónicos y sintéticos, en las grabaciones de ASMR predominan los sonidos de la naturaleza y de materiales crudos y orgánicos. El corcho natural, la madera, el papel, los tejidos o la piedra: sus suaves crujidos y texturas crean una atmósfera de autenticidad. Es interesante que el corcho natural, con su sonido blando y elástico, aparezca en muchas de estas grabaciones.
Los sonidos naturales tienen algo que falta en sus equivalentes digitales: profundidad, irregularidad y calidez, cualidades que el oído humano identifica como “reales”. Esa organicidad es la que hace que las grabaciones de ASMR sean tan eficaces a la hora de provocar una sensación de calma.
¿Por qué los sonidos naturales, como el roce del corcho natural, nos afectan tanto?
Desde el punto de vista neurobiológico, nuestro cerebro reacciona a los estímulos naturales de un modo que favorece la relajación. Los sonidos que provienen de materiales presentes en el entorno humano desde hace miles de años —como la madera, el agua, la arena o el corcho natural— generan una sensación de seguridad y cercanía con la naturaleza. A diferencia de los tonos sintéticos, no cansan el oído ni provocan tensión. Su ritmo irregular y su carácter suave recuerdan al murmullo del viento, al susurro o al crepitar del fuego: sonidos que siempre han acompañado al ser humano en momentos de tranquilidad.
Conclusión
El ASMR parecía ser uno de tantos experimentos de Internet: una moda pasajera destinada a desaparecer tan rápido como había surgido. Sin embargo, se ha convertido en mucho más: una forma de meditación moderna, una manera de encontrar el silencio en un mundo que cada vez exige más nuestra atención.
Este fenómeno ha perdurado porque responde a una necesidad humana universal: el deseo de calma, de atención plena y de cercanía. Ya sea un susurro, un golpecito o el suave roce del corcho natural, los sonidos del ASMR nos reconectan con lo que es natural y auténtico.
FAQ
1. ¿Por qué algunas personas sienten ASMR y otras no?
No todos reaccionan al ASMR de la misma manera. Para algunos, es una experiencia casi física; para otros, simplemente un sonido relajante. Los científicos sugieren que esto puede deberse a diferencias en la sensibilidad sensorial y en la forma en que el cerebro procesa los estímulos.
2. ¿Realmente el ASMR tiene un efecto calmante?
Sí. Las investigaciones indican que escuchar grabaciones de ASMR puede reducir la frecuencia cardíaca, disminuir el estrés y favorecer el sueño. Muchas personas lo utilizan como una forma de relajación o como una “meditación digital” después de un día lleno de estímulos.
3. ¿Qué sonidos suelen provocar ASMR?
Los más populares son los susurros, los golpecitos suaves sobre distintas superficies, el crujido del papel, el cepillado del micrófono o el sonido de las manos deslizándose sobre materiales naturales, como el corcho natural. Lo importante es que sean sonidos suaves, rítmicos y repetitivos.

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